Después del trabajo y de las fatigas del día dame albergue en una caballeriza apropiada y limpia.
Cada día aliméntame y dame de beber. Como no puedo comunicarme cuando tengo hambre, sed o estoy enfermo, te corresponde proveerlo. Si tú me cuidas puedo servirte más eficazmente.
Si dejo de comer, examina mis dientes. No permitas que corten mucho mi cola, pues es mi única defensa contra moscas e insectos cuyas picaduras me atormentan.
"Durante el trabajo, háblame. Tu voz, para mi es más eficaz que las riendas y la fusta.
Acariciame con frecuencia para que yo aprenda a amarte y a servirte con buena voluntad. No me cargues con demasiado peso, yo te serviré hasta donde alcancen mis fuerzas. No olvides que estoy dispuesto a morir a tu servicio en cualquier momento.
"Mientras vivo, trátame con la consideración debida a un siervo fiel y útil. Si no te entiendo inmediatamente, no te desesperes ni me castigues, puede que no sea culpa mía. Examina el bocado y las riendas, puede que éstos no sean los apropiados y no transmitan correctamente las órdenes. Revisa mis herraduras, a ver si no me lastiman.
"Querido amo, cuando por mi edad me encuentre débil o inválido y ya no pueda serte útil, no me condenes a morir de hambre, ni me vendas para terminar mis días en un matadero.
"Más bien, tú mismo quítame la vida sin sufrimiento, y yo te estaré por siempre agradecido.
"Gracias por escuchar mi humilde plegaria, y no me creas irreverente si la hago invocando a aquel que también nació en un pesebre."
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